jueves, 25 de febrero de 2010

Una ironía del destino en el juicio a Bussi


Arrinconados en el sur del centro tucumano, los Tribunales Federales son sitiados por la memoria. Una voz espesa y monótona enumera atrocidades, delitos y nombra a cientos de testigos. Las palabras retumban en una sala en la que el aire hierve de tensión. Antonio Bussi escucha desde el banquillo de los acusados. El ex gobernador tucumano puede hablar con los ojos sin necesidad de usar la boca: descree de todas las imputaciones de las que es blanco fijo.
La tenacidad y eficacia de algunos testimonios hacen posible anudar los hilos de aquella historia que involucra a Bussi con delitos de lesa humanidad. Muertes, torturados, robos de personas. Momentos mudos. Recuerdos siempre presentes. La vida, en sepia.
En otro capítulo histórico de un juicio que revisa la crueldad de los años 70, una ironía del destino acompaña a Bussi en el banquillo. La voz del secretario de los Tribunales Federales le resulta conocida. Es la de Mariano García Zavalía, hermano de Gastón, ex candidato a legislador de Fuerza Republicana y uno de sus asesores legales. Un hombre de su círculo más íntimo. Pero las coincidencias no se detienen allí: Ramón, el padre de Mariano y Gastón, presentó en mayo de 2009 un libro en el que reivindica el accionar de las Fuerzas Armadas con una definición que causa escalofríos: “Debieron salir a aniquilar al enemigo”, según se refleja en el sitio Periodismo de Verdad.
La relación de Bussi y la familia García Zavalía es apenas una curiosidad que florece entre la maleza y lentitud de la Justicia. Un dato distintivo en un juicio necesario por la memoria.

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