lunes, 30 de julio de 2012

Beatriz Rojkés, entre la causa K y el proyecto propio


Este perfil se publicó en el suplemento Enfoques del diario La Nacion. Lo escribimos con José Ignacio Sbrocco.


El recorte de los subsidios al servicio de la luz avanzaba a ritmo de machete. Eran los últimos días de marzo y en Tucumán el calor achicharrante no daba tregua. Reunió de urgencia al personal de la concesionaria en la planta baja. "Les pido que cuidemos los gastos", exigió. "Que el último que se vaya apague el aire acondicionado y las luces. Se vienen tiempos difíciles. No me gusta despedir gente, pero hay que tratar de reducir algunos costos."

La frase tomó relevancia porque fue dicha por Beatriz Rojkés de Alperovich, la presidenta provisional del Senado. Fue una suerte de sinceramiento kirchnerista sobre los coletazos de la crisis financiera y una posible variable de ajuste. Fue un mensaje directo a los trabajadores de León Alperovich SA, una de las tantas compañías familiares que ella administra junto con su esposo, el gobernador de Tucumán.

Desde el tercer piso de la concesionaria de autos, en el corazón de San Miguel de Tucumán, Rojkés maneja a diario la red de emprendimientos que comparte con José Jorge Alperovich. Empresas constructoras, inmobiliarias y financieras; hoteles, inmuebles y medios de comunicación; productoras de soja, ganado y una exportadora citrícola hacen la riqueza del matrimonio más poderoso de la provincia.

La fortuna de Rojkés salió a la luz cuando desembarcó en la política y debió presentar públicamente su declaración jurada de bienes. En su última presentación, la de 2011, declaró un patrimonio de 20.627.274 de pesos. Es, así, la funcionaria más rica después de Cristina Kirchner, que la ubicó segunda en la línea de sucesión como reconocimiento de su incondicionalidad.

Hace siete años que Rojkés no detiene su escala en la función pública. Se considera una paracaidista de la política porque viene "de otro palo" y porque jamás militó. Se asomó por primera vez en 1995, cuando su marido recién rompía el cascarón como legislador provincial por el radicalismo. A ella, por entonces, el ambiente le generaba rechazo y desconfianza. Fonoaudióloga de profesión, Betty, como le dicen desde niña, prefería mantenerse al margen.

Pero con el tiempo todo cambió. En su primer test electoral como gobernador, Alperovich recurrió a la candidatura de su esposa, en parte porque no confiaba en sus nuevos aliados justicialistas. Así fue como Rojkés se convirtió primero en diputada nacional, en 2005, y luego en senadora nacional, en 2009. Ahora, con más experiencia, levantó su perfil y sus aspiraciones. Dice que es una buena número dos, pero se prepara para ser la número uno. Dice que iría sólo a donde su marido la necesite, pero ya trabaja para ser gobernadora en 2015.

Se miró alguna vez en el espejo de su amiga Chiche Duhalde, de quien tomó la idea de "las manzaneras" para formar su propia tropa de mujeres militantes. Pero Betty se esfuerza, sobre todo, por encontrar similitudes con Cristina Kirchner. Aunque no siempre lo logra. Se diferenció de la jefa del Estado, por ejemplo, cuando negó que el jefe de la CGT, Hugo Moyano, quisiera desestabilizar al Gobierno. También tomó distancia del kirchnerismo más rancio cuando relativizó la posibilidad de una nueva reelección presidencial.

Su rol la empujó a una exposición mediática que le causó más de un dolor de cabeza. Tuvo que pedir perdón tras descalificar a los padres de una menor asesinada en Tucumán. "No podemos tener al señor Estado a la par de una familia que está borracha y que permite que una nena de seis años ande sola", se apresuró en la primera intervención sobre el tema.

Resbaló también al referirse a la destitución del ex presidente Fernando Lugo, en Paraguay. "Los actores de estos hechos son siempre los mismos: la Iglesia, los medios monopólicos, el establishment y no hay vacuna contra esto", disparó. La expresión le valió una denuncia por discriminación ante el Inadi por parte de una activista católica.

Las disputas dogmáticas ya le habían generado otros cruces en Tucumán. Rojkés es judía de pura cepa. Juró sobre el Tanaj, la Biblia hebrea, en lo que fue la primera vez en la historia moderna del Senado. Además, mantiene fuertes lazos con la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA) y financió la edición del libro del centenario de la Kheilá (comunidad) tucumana.

El 16 de mayo pasado Rojkés quedó por única vez a cargo del Poder Ejecutivo por un puñado de horas, durante una noche. La Presidenta estaba en Angola y el vicepresidente, Amado Boudou, en Suiza. "No voy a provocar ningún cambio", dijo, como si hiciera falta remarcar su lealtad.

Atribuye la designación como número tres a su "incondicionalidad" con Cristina Kirchner. "Betty está convencida del proyecto nacional. José, en cambio, es más pragmático. Eso se valora", comentó a La Nacion un dirigente tucumano que acompaña al matrimonio desde hace años.

Línea directa

Rojkés ganó espacio en la escena kirchnerista antes de su ascenso legislativo. Cristina la subió al Tango 01 en un viaje a París. También estaba Néstor. Al regreso, Rojkés fue designada vicepresidenta tercera del consejo nacional del Partido Justicialista, detrás del ex presidente y de Daniel Scioli y Moyano. No importaba que en su trayectoria la militancia fuera siempre un casillero vacío hasta antes de 2007, cuando desterró del PJ tucumano a Fernando Juri, hijo de un histórico dirigente peronista y ex aliado de su esposo.

En el velatorio de Néstor Kirchner la ubicaron en primera fila, a unos pasos del féretro y como una de las custodias de la viuda. Desde entonces, se mantuvo siempre cerca de la Presidenta. "Tiene línea directa con el Ejecutivo y con el resto de los funcionarios nacionales", aseguró un ministro tucumano. No se animó a afirmarlo tan tajantemente otro colaborador que la frecuenta en Buenos Aires.

El desembarco de Rojkés en el Senado no fue en soledad. Heredó parte del equipo de asesores del justicialista José Pampuro, no por desconfianzas ni pujas de intereses. Son asistentes que conocen a la perfección el funcionamiento de la Cámara. Pero también se rodeó de tropa propia. Nombró a Marina, su secretaria de siempre; a su hermano Carlos Rojkés, el rostro del noticiero de uno de los dos canales de televisión tucumanos, y a dos sobrinas.

Rojkés era una idealista. "Siempre fui de las ONG y de las que creía que desde el trabajo social se salvaba al mundo. Hoy cambié. Ahora, si se desea cambiar algo no queda otra que meterse en la política", dijo en el libro Alperovich. El zar tucumano .

Mucho tuvo que ver en esta metamorfosis un escándalo que la salpicó previo a su salto a la política. Rojkés dirigía la Fundación PIBE, que se dedicaba a la búsqueda de niños extraviados, mientras su marido se desempeñaba como ministro de Economía de Tucumán, en 2001.

El inconveniente surgió a partir del desvío de fondos de la Secretaría de Prensa y Difusión para la contratación de publicidad oficial. Con pagos presuntamente irregulares, se había favorecido en un mes con miles de pesos a la Fundación PIBE, como a las agencias Magritte, Dellagalera y Cliché. Casualmente, Magritte y la Fundación PIBE funcionaban en una misma oficina y con los mismos directores, a pesar de que su esencia y rol eran muy diferentes. Rojkés fue sobreseída en 2004. El juez Juan Francisco Pisa, que había sido designado por Alperovich, responsabilizó al Tribunal de Cuentas por la falta de controles.

Hasta hoy, Rojkés acusa al periodismo por esa causa. Sus ataques a la prensa son otro rasgo que la asemeja con el kirchnerismo. La lectura de diarios es parte de su rutina. Si la noticia no es de su agrado, es capaz de enviar una intimación judicial al domicilio del periodista. Recientemente, ofreció argumentos pocos convincentes para justificar por qué la televisión local no ponía al aire el programa Periodismo Para Todos , de Jorge Lanata. No es el único caso de censura en la provincia. Alperovich no permite que se comercialice libremente un libro periodístico sobre sus años en el poder, así como tampoco se da lugar a los políticos opositores en la pantalla de Canal 10, que pertenece a la Universidad Nacional de Tucumán y al Estado.

El radical Sergio Ariel García es uno de los opositores vedados. "Betty aspira a heredar la gestión de su marido como si se tratase de un bien familiar", señaló el legislador provincial.

Lo que más extraña Rojkés de sus épocas lejos de la función pública es pasarse horas con sus hijos y nietos. Ya no disfruta tanto de su tiempo libre con sus hijas Mariana y Sarita. Tampoco con sus amigas de la infancia de la Escuela Sarmiento. A veces, sale ahora de compras por el Patio Bullrich o por el Paseo Alcorta, va a algún cine de Recoleta o se recluye en algún café cerca de la Biblioteca Nacional. O, como hizo la semana pasada, descansó junto con su esposo y un matrimonio amigo en El Calafate. Tal vez, para sentirse un poco más kirchnerista.