martes, 30 de junio de 2009

Conozca al nuevo ministro de Salud de la Nación

Por José Sbrocco

Cuando Juan Manzur fue designado ministro de Salud en 2003 por el primer gobierno de José Alperovich era un total desconocido para los tucumanos.
La mayor parte de su carrera había transitado en Buenos Aires, donde hizo una residencia en cirugía general en el Hospital Alvarez y luego se especializó como médico sanitarista en la UBA. Mientras realizaba una especialización en el Garraham fue convocado por el gobernador de San Luis para que asumiera como viceministro de Salud.
De la mano de Alberto Balestrini fue el responsable del área de Salud de La Matanza y allí comenzaron sus contactos con el kirchnerismo. Con Ginés González García como padrino trepó hasta el Ministerio de Salud de Tucumán donde se convirtió en uno de los hombres fuertes de Alperovich, que lo ungió vicegobernador en 2007.
La carta de presentación del Gobierno nacional para que Manzur reemplace a Graciela Ocaña en el gabinete de Cristina de Kirchner es muy cuestionada en su provincia. Le destacan que redujo la mortalidad infantil del 24 por mil al 12,9 por mil. Pero eso generó un debate porque la oposición lo acusa de dibujar esos índices, en una remake de lo que hace el kirchnerismo con el INDEC.
¿Cómo es la maniobra? “Los recién nacidos con bajo peso en vez de ser inscriptos como nacidos vivos, los anotan como nacidos muertos por la poca esperanza de vida”, fue la denuncia que el flamante senador José Cano (UCR) lanzó en la Legislatura local y que fue tomada por los medios nacionales.
Manzur ahora tendrá otro problema con las estadísticas: Ocaña se va en medio de rumores. La cantidad de infectados y de muertes por gripe A serían muchas más. El kirchnerismo parece haber contratado a un experto en estas ligas.

martes, 23 de junio de 2009

Anatomía de la melancolía

El sol le abre la puerta a la melancolía y un rayo de luz tenue traza una silueta atractiva. Ella busca respuestas en la nada. Su mirada esta ausente y perdida. Es como la proyección de una película inmóvil de lamento y preocupación.
A los lejos, a través de la ventana, se observa a los cerros como mudos testigo de la depresión. Dentro del dormitorio las paredes oscuras parecen esconder un secreto. Un cuadro inexpresivo cuelga sin darle vuelo a la imaginación y aviva el misterio. Ella enciende con mano temblorosa un cigarrillo y el silencio es su única voz. Piensa. Medita. Se la percibe taciturna. A la vera de la cama hay huellas de un amor inspirado que pudo haberse ido.
El temor a la soledad la perturba. Se mantiene estacada al parquet. El, tal vez, se ha marchado en silencio, con el primer cantar de los gallos. Ella no lo sabe, pero lo intuye. No sabe qué hacer. La desorientación es su única guía. Sus sentimientos navegan en aguas encrespadas y su corazón está herido. Supone que la incertidumbre es una serie de impulsos azarosos, y murmura, casi sin abrir la boca: “El olvido es el único recuerdo”.
Cierra los ojos, proyecta la imaginación y siente un lavado en la memoria. La noche ya ha quedado atrás y el alma rota se une como un rompecabezas, quizás, hasta la aparición furtiva de un nuevo amor inesperado.

miércoles, 17 de junio de 2009

La Argentina proselitista

Gobiernos de ojos vendados, nublados por un estado de campaña electoral crónico, permanente, casi eterno.
En el país proselitista el pavimento siempre está fresco. Las vigas sostienen esperanzas y promesas, y los ladrillos apilan falsas ilusiones. En la mirada se amontonan los recuerdos de situaciones similares: obras que se anuncian pomposas y que su puesta en marcha es apenas una luz de espejismo tras un corte de cinta.
Letreros, proyectos y palabras sordas y vacías; hospitales, hogares y barrios, todos conviven bajo un mismo techo: el de la política. En la Argentina proselitista el aire huele a clientelismo. Hay un vaho penetrante y peligroso que advierte el estado de descomposición.

Foto: Un camión del municipio tucumano de Juan Bautista Alberdi carga bolsones de mercadería en vísperas electorales.

“No al dedo y al regalo, sí a la lucha y al sacrificio”
Oscar Emilio Sarrulle, en 1972.

domingo, 7 de junio de 2009

Liverpool, en pretérito eterno


En Liverpool se cultiva el pasado. Se vive de la melancolía del recuerdo, de una musicalidad que está ahí, presente, suspendida en la realidad, petrificada.
Liverpool es una ciudad en estado de ebriedad, sensible y sentimental. Unica. Ocasional. Con modos y hábitos que se mantienen como llamas escarchadas, vivos e intensos ante un espejismo de nostalgia por una década sinfónica que nunca dejó de sonar.

Foto: Rodrigo Vergara