lunes, 10 de mayo de 2010

Cíclope urbano

La vida es como un libro eterno que deja sus huellas de tinta por el camino. Parte de ella trata del recorrido de nuestros ancestros, aunque, inevitable, cada uno traza su destino, a veces zigzagueante, pero casi siempre con un rumbo fijo e imaginario.

Tal vez otras personas opten por un camino desconocido, quizás una bifurcación que simbolice el anuncio de una doble vida, con la capacidad de observar un trayecto y a su vez el opuesto, como un cíclope urbano incapaz de hurgar un sentido real en su corazón.

De todos modos, la proyección se desarrolla y tatúa un registro latente, sea cual fuera el camino que se haya elegido. A veces, el derrotero se hace en compañía de un silencioso abatimiento, o, lo que es mejor, se camina bajo la sombra de la sinceridad, con la sensación del deber cumplido pese a la pena que pueda envolver a una historia sin final.

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