martes, 7 de septiembre de 2010

Brooklyn

Recorría las calles de Nueva York guiado por la prosa de Paul Auster. En uno de los capítulos de su obra Brooklyn Follies, el grandioso escritor norteamericano recita los primeros versos del Adiós a la Corte, del inglés Walter Raleigh. Auster echa mano a la poesía mezclada entre su narración, como si en su paseo urbano hubieran aparecido expresiones volcadas en un muro. Dicen los versos:
Como sueños vanos, así mis gozos ya expirados,
sin retorno ya mis días de halago,
mi amor perdido, y el capricho relegado:
sólo pena, no queda más pasado.